Un cuento al día mientras dure la cuarentena.
Durante la mañana de cada uno de los quince días que dure la cuarentena, publicaremos en nuestra web Libreriodelaplata.com y con la complicidad de sus autores y/o editores, un cuento.
Editoriales como Alfaguara, Candaya, Contraseña, Edicions del Periscopi Hoja de Lata, Errata Naturae, Impedimenta, Jekyll& Jill, La Navaja Suiza, L’Altra Editorial Las afueras, Libros del Asteroide, Literatura Random House, Males Herbes Minúscula, Nórdica Páginas de Espuma Periférica, Raig Verd, Rata_Books, Salto de Página, Sexto Piso y Tránsito ya forman parte de la propuesta, así que de todas ellas podremos leer relatos.
A quedarse en casa, cuidarnos mucho y leer, tejiendo esta gran red.
‘Cosas de niños’ de David Wagner

Leerle
¡Lee más! ¡Más!, dice la niña, y no sé si quiere oír la historia o sólo mi voz.
A veces me he quedado dormido leyéndole un instante ínfimo, una fracción de segundo, y de repente leo palabras de fantasía, cuento en voz alta el sueño en el que estoy cayendo, hasta que la niña se da cuenta de mi desplome, de mi hundimiento, me zarandea y reclama, me despierta y grita: ¡Más! ¡Lee bien!
Mi padre, se me viene a la cabeza, se atascaba a veces mientras me leía porque, como yo sospechaba, seguía leyendo en voz baja. Creo que, de hecho, mi padre se olvidaba de seguir leyendo en voz alta. O se olvidaba de que estaba ocupado en ello, en leerme, y yo tenía que recordárselo. Entonces regresaba, como si volviera en sí, y seguía leyendo, aunque entonces despertaba siempre en mí la sospecha de que cambiaba el texto mientras leía y de que no siempre me leía justo lo que ponía, que omitía algunas frases o se saltaba párrafos. Me ocultaba algo. Pero yo quería saberlo todo, cada detalle, cada menudencia, todas y cada una de las palabras.
La niña se da cuenta enseguida cuando me equivoco o me salto algo. Con los libros que se sabe de memoria, a un desliz tal le siguen la severa amonestación: ¡Mal, papá!, y la repetición textual, corregida, pues sólo es correcta la lectura textual, así funciona su pensamiento mágico.
Sobre mi almohada, la niña encuentra un libro y, como no voy a hacerle desistir del deseo de que se lo lea, elijo dos anécdotas de Kleist que hay en el volumen y que apenas entiendo ni yo mientras se las leo, porque resulta complicado seguir las frases intrincadas, intercaladas, además, una y otra vez, con aclaraciones llenas de síncopas sintácticas y, sin embargo, incluso yo me doy cuenta de que, leídas en voz alta, suenan muy bonitas. La niña por lo visto opina igual. Desde hace mucho tiempo, tengo la sospecha de que con frecuencia cobran más peso el ruido, la voz, la melodía, lo desconocido de la lengua que lo que en realidad se lee o se dice.
Leer
La niña lee todo lo que ve. Lee los letreros, la publicidad, los nombres de las tiendas y de los restaurantes que yo ni siquiera veo ya, porque los veo todos los días. La niña, entusiasmada por saber leer, lee Farmacia, Pizzería San Marco, San Remo, Pastelería.
La niña reproduce sonidos, dice una p, una b, una rrr. Y luego dice el alfabeto, sin saber lo que significa. Así, la niña hace como si supiera leer. Lee letras que no están. Lee br, lee kr, lee t, lee las consonantes sin su extensión vocal, tal y como se escriben en el primer año de escuela. Me acuerdo de que en alemán estaba prohibido leer las consonantes así: ese, te, ere.
Ya no puedo ni imaginarme no saber leer, dice la niña, con diez años, y yo esbozo sin más una sonrisa irónica, porque también la niña tiene ahora un pasado del que puede acordarse.
Cuando yo tenía diez años, me sentaba de noche en el cuarto de baño, en la mitad izquierda del lavabo doble, la mitad que por las mañanas quedaba cubierta casi entera por los restos pegados de la espuma de afeitar de mi padre, apoyaba los pies en el borde de la bañera, me miraba en el espejo del baño y decía, una y otra vez, tengo diez años, una década, diez años. Una y otra vez, hasta que entraba mi madre y me decía que me lavara ya los dientes y levantara el campamento para meterme en la cama.
(Traducción de Esther Cruz Santaella.)
Publicado por gentileza de la editorial Errata Naturae.
Círculo de lectores confinados
- Día 1: ‘La señora Rapin’, de Eduardo Berti
- Día 2: ‘El trabajo de los ojos’, Mercedes Halfon
- Día 3: ‘Bosc’/’Bosque’ de Natàlia Cerezo
- Día 4: ‘Oxitocina’, de Miguel Serrano Larraz
- Día 5: ‘El señor Zorro’ de Angela Carter
- Día 6: ‘Álbum’ de Alberto Chimal
- Día 7: ‘Gótico’ de Ali Smith
- Día 8: ‘Sofía’ de Laura Ferrero
- Día 9: ‘La pared del costado’ de Santiago Navrátil
- Día 10: ‘El terrícola’ de Yuri Herrera
- Día 11: ‘La niña gorda’, de Marie Luise Kaschnitz
- Día 12: ‘Mi verdadero yo’ de Shirley Jackson
- Día 13: ‘Fábula del tiempo’ de Juan Gómez Bárcena
- Día 14: ‘Cosas de niños’ de David Wagner
- Día 15: ‘Una dulce ancianita’ de Belén Rubiano
Utilizando el proceso del aprendizaje de la lectura, nos muestra como el pasado va creciendo desde el momento en que podemos utilizar el lenguaje para descifrar lo que vivimos y lo podemos contar. El lenguaje va construyendo nuestro pasado al compás de los acontecimientos. Una bonita forma de hablarnos del paso del tiempo, de fluir de la vida.
Esta lectura del cuento es fascinante. Siempre he creído que el lenguaje tiene que ver con la memoria, incluso he platicado con una lingüista para saber lo que ella opinaba y me ha dicho que no, al menos no necesariamente, “los recuerdos no nacen del lenguaje”; pero en este cuento puedo palparlo intensamente, si no es la memoria, al menos sí el pasado.
Presenciar com una criatura entra en el mon de les lletres és fascinant.
Es tan màgic que no poden soportar que els adults els hi canviem cap paraula.
El que està escrit es sagrat i s’ha de respectar, la única excepció és si el pare esta al costat i el text sona com una música
El miracle de la lectura, aquests sons convertits en lletres que ens permeten viure aventures, vides, històries, viatges…. ens emocionen amb poemes, amb paraules ben triades i oportunes…..
Aquest segon llenguatge que ens regala tants bons moments.
La nena del conte, malgrat la seva curta edat, ja ho ha descovert i no deixa passar cap oportunitat per constatar-ho.
Me encanta la frase de la niña “ya no puedo ni imaginarme no saber leer”
Transmite muy bien que leer es algo fascinante.
Coincido contigo Elena: es una frase que marca un antes y un después. Como en la propia historia de la Humanidad en la que es la escritura la que determina ese paso de la prehistoria a la historia. “Porque también la niña tiene ahora un pasado del que puede acordarse”. La importancia del lenguaje escrito en el sentido de dejar constancia de los acontecimientos así como, tal y como apuntáis, la fascinación de descubrir otros mundos a través de la lectura.
¡Que bien refleja la belleza y la importancia de la lectura! Y ha sabido plasmar muy bien ese afán de los niños, esa actitud cuando les estás leyendo un cuento y te duermes o cuando cambias una palabra o expresión por otras. Esto es sin duda reflejo de una experiencia propia.
Tampoco me imagino un mundo sin letras, sin lectura.